jueves, 18 de septiembre de 2014

Paramilitarismo en Colombia, el debate.



El día de ayer rompí mi record de horas sentada frente al televisor a causa del debate de control político que citó el senador Iván Cepeda sobre los vínculos con el paramilitarismo que tendría el hoy Senador Álvaro Uribe Vélez con el paramilitarismo y
el narcotráfico en Colombia y que duró poco más de nueve horas y media. Si bien para muchos el debate no fue exitoso, ya que el senador Uribe se limitó a evadir las preguntas y prácticamente no asistió al debate al retirarse en dos ocasiones en un acto de desinterés y de falta de respeto por lo que el senador Cepeda y los demás congresistas tenían que decir sobre el tema, considero que se trató de un debate productivo del que hay varios puntos que destacar.

En primer lugar, la actitud del senador Uribe y de su bancada demostró que este grupo de congresistas no respeta las instituciones del país, que no es capaz de exponer sus argumentos en un espacio de discusión democrática y que tiene una capacidad de argumentación bastante pobre que se limita a una estrategia de ataque contra aquellos que los cuestionan y  a salir corriendo, burlándose de la inteligencia de los ciudadanos, cuando debe rendir cuentas sobre sus actuaciones.

En segundo lugar me parece importante destacar que varios congresistas se pronunciaron en contra de la censura que la Comisión de Ética trató de imponerle al debate y de igual manera intervinieron cada vez que alguien trataba de sabotearlo, demostrando que se es posible ser solidario con el otro aunque no se pertenezca a la misma corriente política.

En tercer lugar el recuento histórico que fue hecho por los congresistas era necesario para que los ciudadanos recordaran que la violencia que ha sacudido el país no sólo tiene una larga historia, sino que se trata de una historia compleja caracterizada por los nexos entre política, narcotráfico, paramilitarismo y en la que todos los actores han jugado un papel. Por lo tanto, aunque muchos vieron en el debate un juicio a un personaje en particular, al finalizar el mismo quedó planteado que es el conjunto de actores el que debe comprometerse con la verdad, el que debe aceptar sus errores y tratar de redimirse con el país.

En cuarto lugar las intervenciones de Robledo y Navarro Wolff hicieron énfasis en dos aspectos importantes que hay que tomar en consideración si queremos avanzar en la reconciliación y lograr la paz tan deseada. Robledo hizo un llamado a la ciudadanía para que no se dejara polarizar (siguiendo el ejemplo de los congresistas), y recordando que es la polarización la que divide a las poblaciones y aumenta las brechas fomentando la violencia y el odio contra los demás. Por su parte Navarro Wolff recordó que no podemos olvidar que una sola persona no puede ser responsable de toda la violencia que ha aquejado el país resaltando el hecho de que no es sólo Uribe el que debe responder sino que el debate debe ser extendido a todos los actores implicados.

Por último me parece que este debate acercó un poco más al congreso a los ciudadanos ya que se demostró que los congresistas no son seres ajenos a las realidades del resto de los ciudadanos, que muchos de ellos, incluyendo al expresidente Uribe son víctimas directas del conflicto, y sobretodo que varios de ellos son capaces de representar de manera digna a los ciudadanos que los eligieron, cumpliendo su deber de defender los intereses máximos de la sociedad y sobretodo de asistir y participar activamente en los debates que son importantes y necesarios para el país.

 


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Cuando es más importante Andrés que la víctima de una violación debemos empezar a preocuparnos.

 
Como buena bogotana soy buena cliente de  Andrés Carne de Res, tanto que he pasado fines semana enteros de un restaurante al otro, desde Chía pasando por Andrés DC y la Plaza de Andrés. Es claro que recibir una noticia como la de ayer de la violación de un mujer en el establecimiento de Chía es un shock para los que solemos frecuentar este tipo de lugares, más aún es un shock escuchar que su propietario en vez de quedarse callado y decir que la investigación de la fiscalía es la que debe esclarecer los hechos, salga a dar juicios de valor sobre lo ocurrido.
 
Pero lo que realmente debería preocuparnos no es lo que haya dicho este sujeto, ni lo que él piense de lo ocurrido, lo que debería preocuparnos no es el sitio dónde ocurrió, sino el hecho de que haya sido violada una persona. Y tal vez eso es lo que más me ha escandalizado de todo el asunto, que en vez de preocuparnos porque en nuestra sociedad estén sucediendo estos hechos deplorables, nuestra atención esté siendo desviada por el escándalo mediático que se le quiere hacer a Andrés Jaramillo.
 
Señores periodistas, ustedes tienen la responsabilidad social de informarnos, y si bien sé que las declaraciones bastantes cuestionables del propietario pueden ayudarles a aumentar sus niveles de audiencia, lo que están haciendo es convirtiendo algo tan grave como una violación en un espectáculo mediático contra Andrés Carne de Res y su propietario.
 
Cuando suceden este tipo de cosas, lo que se nos debería invitar a hacer, desde los medios de comunicación  y desde la política es cuestionarnos como sociedad, porque la violación y el abuso sexual no son simples  titulares de prensa, son la prueba de que nuestra sociedad está enferma. La culpa de lo que pasó la madrugada del sábado, está claro que no la tiene la víctima, la tiene el violador, pero si lo pensamos bien, todos como sociedad deberíamos sentirnos culpables. Culpables de no enseñarle a nuestros hijos a respetar a los demás, de no enseñarles a los hombres que deben respetar a las mujeres, de no hablarle claro a nuestros hijos de cuáles son los peligros a los que se enfrentan cuando salen de rumba, la culpa la tenemos todos por no ponernos en el lugar del otro y preocuparnos por su bienestar.
 
La culpa la tenemos todos cuando en vez de pensar que en este momento hay una investigación en curso por un delito de violencia sexual, estamos pensando que lo importante no es culpar al perpetrador sino al dueño del establecimiento, el cual el único pecado real que cometió fue caer redondito en el juego de la prensa sensacionalista de este país. Grave hubiera sido que las cámaras de seguridad del sitio hubieran estado apagadas, que nadie hubiera visto nada, que se hubieran negado como establecimiento a colaborar con la justica, que no hubieran informado que habían encontrado a una mujer en el parqueadero.
 
No defiendo a Andrés Jaramillo, ni a su absurda forma de pensar, pero sí creo que no debemos perder de vista lo realmente importante, y es que la falla de nuestra sociedad es culpa de cada uno de nosotros porque no denunciamos cuando vemos que están pasando cosas graves, porque salimos de rumba y no nos preocupamos por cuidar y estar pendientes del bienestar de nuestros acompañantes, porque como padres no hablamos con nuestros hijos y no estamos pendientes de sus amistades, porque preferimos hacernos los ciegos y no asumir la realidad en la que vivimos con sus complejidades y problemas.
 
Que hechos como éstos nos inviten a pensarnos como sociedad, a pensar cómo estamos educando a nuestros hijos, qué valores estamos inculcando y qué clase de comportamientos y dinámicas sociales estamos perpetuando y fomentando.
 

viernes, 9 de noviembre de 2012

Las mujeres en tiempos de guerra, prospectivas para la paz



 
Hace poco leía un artículo en el que se mencionaba la importancia de tomar en cuenta a las mujeres en el proceso de paz y sobretodo la necesidad de incluirlas en políticas especiales de protección y de apoyo que les garantizen la dignidad y les den la posibilidad de continuar con sus vidas una vez hayan sido víctimas de violencia, sea ésta de carácter sexual, físico y/o sicológico. Uniéndome a esta línea de pensamiento, y encontrándonos a puertas del inicio de los diálogos de paz, he decidido compartir con ustedes un pequeño trabajo de investigación sobre la violencia sexual en tiempos de guerra, con miras a que una vez entendidos los principales debates y puntos críticos que hay en torno a este tema se pueda pensar en prospectivas para la formulación de políticas especiales para las mujeres víctimas de la guerra.
 
Algunos conceptos clave:
 
Antes de abordar de lleno los debates en torno a los cuales gira la literatura sobre violencia sexual en la guerra, es de suma importancia aclarar, varios conceptos clave para evitar confusiones futuras a lo largo de la lectura de este documento.

Por violencia sexual se entiende, según la definición de la Corte Penal Internacional, “la violación, el ataque sexual sin penetración, la mutilación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, la esterilización forzada y el embarazo forzado” (citada en Wood 2008 y Wood 2009:5), así como el aborto forzado. Por lo tanto, podemos entender que ésta implica múltiples prácticas que van más allá de la violación y que muchas veces pueden ser consideradas como normales, como por el ejemplo el embarazo o el aborto forzados, es decir sin la voluntad propia de la mujer.

De la definición anterior se desprende por lo tanto que la violación sexual, es sólo una expresión particular de la violencia sexual, esta práctica consiste en “la penetración del ano o la vagina con cualquier objeto o parte del cuerpo o de cualquier parte del cuerpo de la víctima o del cuerpo del autor con un órgano sexual, por fuerza o por amenaza de fuerza o de coacción, o tomando ventaja de un ambiente de coacción, o contra una persona incapaz de dar su genuino consentimiento” (Wood 2009:5).

Así mismo es importante notar que la violencia sexual, es a su vez, una categoría específica dentro del contexto más amplio de la violencia de género, entendida como la “violencia que ocurre debido al género de la víctima” (Wood 2009:5), es decir que la violencia de género no implica necesariamente una relación con la sexualidad, pues existen prácticas dentro de la violencia de género que no pasan por el ámbito sexual; un ejemplo de ello es el hecho de que en El Tigre (Putumayo), los militares obligaban a las mujeres chismosas a que barrieran el pueblo como castigo (Azuero 2009:55-56).

 Los principales debates y puntos críticos:
 
El tema de la violencia sexual en la guerra ha sido abordado por los académicos principalmente a raíz de los acontecimientos sucedidos no sólo en dos grandes Guerras Mundiales, sino especialmente a raíz de los acontecimientos sucedidos en Bosnia-Herzegovina y en Ruanda, donde la violencia sexual fue usada sistemáticamente como parte de la estrategia militar. Después del conflicto las comisiones de la verdad de ambas regiones sentaron un precedente para que la violencia sexual fuera incluida en el Estatuto de Roma y fuera configurada como crimen de guerra y como crimen de lesa humanidad al utilizarse de manera sistemática y generalizada (Corporación Humanas 2009). Es en este contexto que puede entenderse la importancia que tiene tipificar la violencia sexual en la guerra como un crimen de lesa humanidad para lograr penalizar esta práctica y reparar a las víctimas. Sin embargo es a raíz de esta conceptualización, y en torno al tema de la reparación de las víctimas y de la memoria, que surgen varios de los debates académicos alrededor de la violencia sexual en un marco de conflicto armado. El primero de ellos es el debate sobre la conceptualización misma de la violencia sexual como “arma de guerra”, pero también hay debate en torno a la relación de la violencia sexual en tiempos de guerra con aquella que se da en tiempos de paz; con respecto a la condición de “víctimas” de las mujeres en la guerra; con respecto a los silencios; con respecto a la metodología para abordar a las víctimas y con respecto a la aproximación jurídica para lograr la reparación de las víctimas; así como con la metodología a seguir para evitar procesos de re victimización de las mujeres, y con respecto a la recolección de evidencia. Todos ellos, debates surgidos de la preocupación de académicos, feministas y juristas por la invisibilidad de la violencia sexual y con miras a evitar la impunidad en estos casos, así como con la intención de poder prevenir y evitar la utilización de dicha práctica principalmente en tiempos de guerra, pero también en tiempos de paz. A continuación trataremos de abordar estos debates y puntos críticos uno a la vez, pero aclarando que están relacionados unos con los otros, empezando por el más visible en la literatura que es el de tipificar a la violencia sexual como “arma de guerra”.

La violencia sexual como arma de guerra:
 

Como se mencionó anteriormente, la conceptualización de la violencia sexual como arma de guerra ha sido importante en la medida en que ha permitido visibilizar la ocurrencia de la violencia sexual en la guerra, en particular como parte de la estrategia de guerra que utilizan algunos grupos para dominar al enemigo, infundir terror en la población, para desplazar a la población y tomar control de un territorio o para aniquilar al otro grupo humano. Sin embargo, el debate se da porque esta conceptualización de violencia sexual, según autores como Agirre (2010), Boesten (2010) y organismos como el Centro Internacional para la Conversión de Bonn BICC (2010) , invisibiliza no sólo otras modalidades de violencia de género, sino que también hace invisibles otras formas de violencia sexual, y otras modalidades de violación. En el sentido de que, si bien la violencia sexual puede responder a una estrategia de guerra, puede también ser producto de otras circunstancias como la oportunidad (donde un individuo viola a alguien por su simple satisfacción sexual sin que haya un fin estratégico en ello), la esclavitud sexual, las violaciones en sitios de detención, las violaciones como mecanismo ritual para unir a la tropa (Theidon 2007), entre otros. Es decir, que según estos autores, la violación no sólo ocurre en función de la estrategia militar, sino que se trata de un fenómeno mucho más complejo que no puede ser reducido a una sola dimensión, es por ello que los autores se preocupan por visibilizar la complejidad del problema en aras de evitar la impunidad, y poder prevenir su ocurrencia a futuro. Para ello, no sólo argumentan a favor de una mayor comprensión de la complejidad de la violencia sexual y de la violación sino que ahondan en el análisis de los casos y crean tipologías que sean útiles para diferenciar un tipo de violencia sexual y de violación de otro (Agirre 2010, Boesten 2010, Sánchez et al. 2010, Azuero 2009, BICC 2010, Sisma Mujer 2009). Ello lo hacen con base a criterios diferentes según el autor, pero entre los más utilizados se encuentran: tipo del conflicto (si es étnico, religioso etc.), el grupo armado al que pertenece el perpetrador, la relación entre el perpetrador y la víctima, las motivaciones del perpetrador, las características del perpetrador, las características de la víctima y las características de la violación.

Estas tipologías no sólo buscan cumplir una función de explicación del fenómeno, sino que están construidas con miras a evitar la impunidad mediante la judicialización de todo tipo de violencia sexual, pero también son analizadas, específicamente en el caso del BICC (2010), en aras de las consecuencias diferenciadas que cada uno de los tipos de violación puede tener para las víctimas. Haciendo énfasis, de esta manera, en que cada tipo de violación sexual, tiene consecuencias diferentes para las víctimas, y éstas deben ser auxiliadas y se les debe llevar un seguimiento de conformidad con esas consecuencias diferenciadas, lo cual es de suma importancia en la etapa del postconflicto, en aras de reconstruir los lazos sociales y de evitar la re victimización, al igual que amortiguar los daños y consecuencias en la vida de las víctimas de violaciones sexuales, que muchas veces tienen que enfrentar además de la estigmatización, problemas económicos, afectación sicológica, violencia intrafamiliar entre otros.

No sólo la violencia sexual ocurre de múltiples y variadas maneras en los conflictos armados sino que, contrario al sentido común, puede estar ausente en algunos conflictos armados y puede ocurrir de manera variable. Este es el argumento planteado por Wood, quien lleva a cabo un análisis comparativo de diferentes casos, preguntándose específicamente por la variación en la utilización de la violencia sexual en los conflictos armados. Wood, de esta manera, problematiza la conceptualización de la violencia sexual como arma de guerra, al hacer evidente que hay casos, como el del grupo insurgente Tamil de Sri Lanka, en el que la violencia sexual contra civiles no hace parte de sus repertorios de violencia. El planteamiento de Wood (2008 y 2009) para explicar las posibles variaciones en la utilización de la violencia sexual por parte de los grupos armados, está relacionado con la efectividad de la estructura de comando y control de un grupo armado, lo cual es importante en el caso de que se adopte como estrategia militar la violación sexual, pero sobretodo, en el caso de que esta práctica sea prohibida, en función de poder castigar de manera efectiva a los que incumplan con el mandato de no utilizar esta práctica.

De todo lo anterior está clara la necesidad de considerar la ocurrencia de la violencia sexual en la guerra no únicamente en aras de su utilización como arma de guerra sino en su complejidad, así como dejar de asumir que ella está necesariamente presente en todos los conflictos armados y que es inherente a los repertorios de violencia de todos los grupos que participan en la guerra.


La violencia sexual como un continuo:
 

Otro punto crítico en torno al cual gira la discusión académica de la violencia sexual, tiene que ver con la idea de que, si bien la violencia sexual contra las mujeres se exacerba y se intensifica en la guerra, es necesario también ver sus “raíces sociales e institucionales”, las cuales están directamente relacionadas con las prácticas e inequidades raciales y de género en tiempos de paz, así como con el carácter masculino de la guerra (Boesten 2010). En este sentido es sumamente ilustrativo el concepto de “regímenes de violación” de Boesten, ya que evidencia la naturaleza política y sistemática del abuso sexual en los tiempos de guerra, pero también demuestra que no hay único tipo de régimen de violación (a saber como arma de guerra) y finalmente da a entender el carácter estructural de estos regímenes y su fundamentación en elementos sociales, culturales e institucionales insertos en la sociedad y que también están presentes en los tiempos de paz (Boesten 2010).
Lo anterior nos lleva por lo tanto a conceptualizar la violencia sexual como un continuo, y esto muestra la importancia de tomar en cuenta los roles y arreglos de género que hay en las sociedades en las que se inserta el conflicto armado, puesto que ellos permiten explicar el tipo de violencias de género que se dan durante la guerra, pero también antes y después de la misma y que tienen como denominador común la subordinación y discriminación hacia las mujeres (Corporación Humanas 2009). Un ejemplo claro de este tipo de abordaje a la violencia sexual que tiene en cuenta los arreglos de género presentes en la sociedad, es el que hacen Azuero et al. al analizar las masacres ocurridas en Chengue (Sucre) y El Tigre (Putumayo) y donde plantean que:
 
"La relación entre violencia sexual y arreglos de género tiene tres facetas estrechamente relacionadas entre sí: (i) define las relaciones de cercanía o distancia entre mujeres y actores armados; (ii) contribuye a aumentar o disminuir el valor instrumental de la violencia sexual para alcanzar objetivos militares dentro de las lógicas del conflicto; (iii) y favorece que las mujeres guarden silencio sobre su experiencia como víctimas de violencia sexual. […] los arreglos de género prevalecientes dentro de una comunidad permean la forma como las mujeres se relacionan con los actores armados (se acercan o evitan la cercanía) y por esa vía contribuyen a definir el rol que juega la violencia sexual en la masacre. Dicho de otra forma, se puede afirmar que las representaciones sobre la mujer y lo femenino al interior de la comunidad, particularmente aquellas asociadas a la sexualidad de las mujeres como vehículo del honor masculino y familiar, aumentan o disminuyen el valor instrumental de la violencia de carácter sexual para someter, controlar y desestabilizar a sus integrantes. Asimismo, los arreglos de género también tienen la potencialidad de profundizar los silencios de las mujeres en relación con sus experiencias como víctimas, y por esa vía agudizar la exclusión de sus voces de los relatos públicos (oficiales y no oficiales) sobre la masacre” (Azuero 2009:49).
 

Por lo tanto, la violencia de género y la violencia sexual en la guerra, no pueden separarse tajantemente de aquellos tipos de violencia contra la mujer que ocurren en tiempos de paz y es importante entender que hay estructuras de pensamiento que permean la manera en que se entienden los roles que cumplen en la sociedad tanto los hombres como las mujeres. Es por ello que estos autores plantean también la necesidad de enfrentar esas estructuras de pensamiento que se traducen en prácticas culturales, sociales y económicas, para poder combatir efectivamente este tipo de violencia contra la mujer.



El debate en torno a la conceptualización de la mujer como “víctima”:
 

Con relación a la necesidad de cambiar las estructuras de pensamiento y la manera como nombramos, e identificamos a las mujeres y sus roles tradicionales en la sociedad. Un debate que se da a lo largo de la literatura, es el de caracterizar a las mujeres como “víctimas”, pues ello les da, según algunos autores el carácter de entes pasivos y les quita su agencia en la guerra. En este sentido Theidon (2007) plantea que el considerar a las mujeres en su rol pasivo de víctimas no permite ver las estrategias que ellas adoptan durante la guerra para sobrevivir y para resistir a esa violencia y no permite visualizar lo que ella llama “formas de heroísmo no masculinas” y que además tiene consecuencias concretas en el periodo de transición puesto que muchas veces esto implica que sus voces no sean escuchadas de manera adecuada en las comisiones de verdad y deja también de lado a las mujeres que hicieron parte del conflicto como combatientes o líderes sociales.

En esta misma línea de pensamiento se encuentran los planteamientos de la Corporación Sisma Mujer (2009), que plantea que al caracterizar a las mujeres como víctimas, se oscurecen otras maneras o manifestaciones de ser mujer, ya que las mujeres adoptan medidas alternativas para resistir a la guerra.

Sin embargo, a pesar de la necesidad de replantearse la utilización del concepto de víctima, puesto que se trata de un concepto que evoca la imagen de mujer pasiva, este concepto también tiene un aspecto que ha de ser rescatado y que tal vez explica su continua utilización en las comisiones de verdad, justicia y reparación. Ese aspecto tiene que ver con el hecho de que el concepto encierra una relación implícita en la que confluyen tres partes, a saber la víctima, el perpetrador y Estado. En este sentido, desde el punto de vista de la víctima, la denominación como tal es el reconocimiento explícito de que esa persona es un sujeto de derechos, es humana, está en igualdad de derechos a todas las otras personas de la sociedad; a su vez, para quien cometió el delito esa denominación es un mensaje unívoco de que las actuaciones que realizó fueron delictivas al romper directamente con normas explícitas codificadas no sólo con el derecho internacional, sino en los Códigos Penales de diferentes países, que hay una sociedad que no está dispuesta a aceptar que esos hechos ocurran y que debe responder por ello; y finalmente desde el punto de vista del Estado, la existencia de la víctima significa que éste no cumplió con la responsabilidad de garantizar el goce pleno de los derechos de esa persona y que debe actuar para reparar el daño producido (Corporación Humanas 2009). Es decir que desde el punto jurídico y en relación con la administración de justicia se trata de un concepto que reclama validez al encerrar los deberes y responsabilidades del Estado hacia la protección de sus ciudadanos, al entender a la víctima como sujeto de derechos que debe ser reparada y al declarar la culpabilidad del perpetrador quien debe ser castigado por sus actos.
 

El debate en torno al género y las comisiones de verdad:
 

En relación directa con el tema de las víctimas y las comisiones de verdad, varios de los planteamientos de los diferentes autores están relacionados con la manera en que se aborda el tema de la violencia sexual en las comisiones de verdad, que muchas veces, si bien quieren mostrarse sensibles al aspecto del género, no logran hacerlo de manera eficaz por varias razones, que están relacionadas directamente con lo planteado con anterioridad.

En primer lugar, como ya se ha dicho, el entender la violencia sexual como arma de guerra, no permite hacer visibles otros tipos de violencias hacia las mujeres, en segundo lugar, como lo demuestra Theidon en el caso de Perú, al partir del presupuesto que las mujeres son víctimas del conflicto, no sólo no se tiene en cuenta otro tipo de agencia femenina en el conflicto y no se toma en cuenta que en las mujeres que participaron en el conflicto seguramente hay víctimas, pero también hay excombatientes como en el caso de las mujeres que hicieron parte de Sendero Luminoso (Theidon 2007), lo que influye en la manera en que estas mujeres deciden o no contar sobre sus vivencias en la guerra, al igual que la denuncia o no de los delitos de los que fueron víctimas.

En este sentido, un elemento fundamental, es la pregunta que varios de los autores se hacen por el silencio. Tener en cuenta el silencio como variable es importante puesto que se menciona recurrentemente el subregistro de los casos de violencia sexual y la falta de denuncia por parte de las víctimas (Theidon 2007, Azuero 2009, y Sisma 2009, Corporación Humanas 2009), así mismo es importante preguntarse las causas de ese silencio, así como plantearse metodologías que permitan superar el obstáculo del silencio, así como respetar el silencio de las víctimas, en aras de evitar la re victimización. Esto los lleva a preguntarse por la metodología adecuada para abordar el problema de la violencia sexual y denunciar algunas de las fallas que se han presentado en las denominadas comisiones de la verdad. Una parte importante de los problemas, responden a los presupuestos conceptuales en los que se basan y que ya han sido ampliamente abordados, pero también hay otros que responden a temas prácticos como la situación económica de la víctima y su espera de una indemnización económica, la falta de preparación de los administradores de justicia y su falta de sensibilidad, al tema del género, la desconfianza en las instituciones estatales, el miedo a la estigmatización, la falta de seguridad que se le brinda a las denunciantes lo cual las pone en riesgo. Además de otros problemas como la misma recolección de evidencia y de pruebas para contextualizar y darle fundamento a los casos, para que puedan establecerse como procesos judiciales (Theidon 2007, Sisma 2009 y Corporación Humanas 2009). Desde el punto de vista forense, también se hacen evidentes varios problemas en la forma de abordar la violencia sexual y en la recolección de evidencia, puesto que muchas veces simplemente no se registran los casos de violencia sexual, ya sea por no hacer parte de los protocolos utilizados, por la falta de formación en este campo de los funcionarios encargados de recolectar la evidencia, por la dificultad de registrar este tipo de violencia cuando no hay víctimas mortales como resultado de la violación o de la otros tipos de violencia sexual. Todos estos elementos agravados por la falta de instrumentos adecuados para la recolección y preservación de las pruebas así por el contexto en el que se dan este tipo de violaciones, como en el caso de Colombia, donde el conflicto armado está ubicado en las zonas periféricas del país (Otero, Quintero y Bolívar 2009)


¿Qué pasa en Colombia?


Con respecto al caso colombiano, podemos encontrar en la literatura, varios de los temas que se han abordado anteriormente, sin embargo si bien hay textos que tratan de problematizar la concepción de la violencia sexual como arma de guerra, adoptando la metodología de identificar diferentes tipos de violencia sexual, como lo hace la Corporación Sisma Mujer al estudiar la violencia sexual perpetrada por los grupos paramilitares (Corporación Sisma 2009).
El planteamiento generalmente aceptado, debido a la coyuntura en torno al proceso de reparación de víctimas enmarcado en la Ley de Justicia y Paz (Ley 975 de 2005), es el de tipificar a la violencia sexual en el conflicto armado como “arma de guerra” y como crimen de lesa humanidad. Esta tipificación además de buscar la reparación de las víctimas en el marco de la Ley de Justicia y Paz, también tiene su principal fundamento en el Auto 092 de 2008 de la Corte Constitucional. En dicho Auto se plantea que las mujeres desplazadas por el conflicto armado en Colombia se enfrentan a riesgos adicionales debido a su condición de mujeres. Entre los 10 riesgos identificados por la entidad se encuentra aquel de violencia sexual, que es tipificada por la Corte (2008) como una práctica habitual, extendida, sistemática e invisible en el contexto del conflicto armado colombiano, en sintonía con la definición dada en el Estatuto de Roma, dando a entender que no sólo se tipifica como crimen de guerra, sino también como crimen de lesa humanidad.

Si bien hay muy poca discusión sobre esta tipificación que hace la Corte Constitucional, debido al valor simbólico del Auto y dada la capacidad del sistema judicial de producir cambios culturales (Corporación Humanas 2009), de todas maneras autores como Lina María Céspedes-Báez (2010) plantean que la Corte Constitucional se extralimitó, al caracterizar la violencia sexual de esta manera, puesto que si bien lo hizo a partir de casos documentados, no está en su fuero realizar una tipificación penal de dicho delito y mucho menos tiene la evidencia suficiente para decir que se trata de una práctica generalizada y sistemática en el conflicto armado colombiano. De todo lo anterior se desprende que en términos simbólicos el auto goza de eficacia simbólica, pero no tiene eficacia instrumental para que los delitos de violencia sexual, sean juzgados como delitos de lesa humanidad (Céspedes-Báez 2010).

Esta dificultad, se presenta por el hecho de que para constituir un caso de violación como crimen de guerra y finalmente como crimen de lesa humanidad, se debe construir el contexto del hecho para que pueda ser interpretado como un crimen imbuido en las dinámicas de la guerra y así mismo debe comprobarse su sistematicidad y generalidad, lo cual presenta no sólo dificultades de tipo jurídico sino dificultades de tipo probatorio, y otro tipo de dificultades prácticas, como las mencionadas en el acápite anterior.

Es por ello que en el país la mayoría de la literatura, surge a partir de la actuación de ONGs y los grupos de Mujeres como Sisma Mujer y la Corporación Humanas, para establecer estrategias que permitan constituir las violaciones como delitos penales y como crímenes de guerra y de lesa humanidad, bajo el fundamento de relacionar directamente la violencia sexual con la tortura, en el sentido de configurar la violencia sexual como uno de los mecanismos de tortura en el marco de la guerra; todo esto con el fin último de lograr la reparación de las víctimas y evitar la impunidad de estos delitos (Corporación Humanas 2009). En este sentido, es importante mencionar un dilema que se presenta a las víctimas de violencia sexual en la guerra en Colombia, y es el decidir entre adelantar un proceso penal ordinario y/o adelantar un proceso en el marco de la Ley de Justicia y Paz, esto debido a que, en el primer caso, se garantizaría un mayor castigo y una mayor pena para el perpetrador, pero en el caso de decidirse por el marco de la Ley de Justicia y Paz es mayor la garantía de recibir reparación, que en el caso de recurrir a la justicia ordinaria (Corporación Humanas 2009).

Finalmente en Colombia, por tratarse de un conflicto no acabado, juegan un papel importante elementos como el miedo a la denuncia por la falta de protección a los denunciantes, la desconfianza en las instituciones públicas y el hecho de tener que compartir el mismo espacio con los perpetradores, como en el caso de los desmovilizados de los grupos paramilitares, lo cual hace que se perpetúe el silencio y las víctimas decidan no denunciar ( Corporación Sisma Mujer 2009).
 
A manera de conclusión de este balance de literatura, queda claro que el fenómeno de la violencia sexual en la guerra es muy complejo y presenta múltiples dimensiones, alrededor de la violencia sexual, no sólo confluyen, temas jurídicos, económicos y sociales, sino también temas como los valores culturales y las estructuras patriarcales de nuestra sociedad. La violencia sexual en la guerra, no puede, ser considerada en una única dimensión sino que tiene que ser estudiada en su complejidad teniendo en cuenta las estructuras de pensamiento que la perpetúan y que hacen que se manifieste de manera exacerbada en tiempos de guerra, pero también en la vida cotidiana y durante los tiempos de paz.

Esto hace que también es importante mencionar algunos vacíos en la literatura, como por ejemplo el hecho de que no es posible hablar de género y dejar de lado las experiencias de los hombres en la guerra, así mismo, es importante clarificar que el asumir una perspectiva de género no implica dejar de lado al género masculino, ya que la violencia sexual también afecta a los hombres, y como lo menciona Agirre (2010) éstos no han sido tenidos en cuenta como víctimas en la tipificación de la violencia sexual.

Así mismo, está claro que la literatura se centra en la violencia sexual cometida contra las mujeres de la población civil, pero son muy pocos los autores que plantean la necesidad de tener en cuenta también aquella que se da dentro de los grupos armados que participan en la guerra, así como entre los grupos de combatientes, de hecho este tema es sólo mencionado por encima en los textos de la BICC (2010), de Theidon (2007), de Wood (2008 y 2009) y por la Corporación Humanas (2009), que hace explícito que la violencia sexual en Colombia también se comete en el “contexto de intrafilas”, es decir dentro de los mismos grupos armados, en particular en el caso de las FARC. Es en este sentido que puede plantearse una adenda investigativa que ahonde en el tema de la violencia sexual en la guerra cometida hacia los hombres y que se pregunte por los arreglos de género en los grupos de combatientes, así como una agenda que supere la concepción de la violencia sexual como arma de guerra y se pregunte por los roles de género y las violencias de género en los grupos armados que participan en el conflicto. Así mismo, me parece importante, seguir pensando la violencia sexual como un continuo lo que implicaría  incluir el análisis de los roles de género en las sociedades en las que se presenta la violencia sexual, en aras de poder atacar de manera integral las raíces sociales y culturales de este tipo de violencia. Tal vez de esa manera sea posible no sólo acabar con la impunidad, sino modificar las estructuras de pensamiento que constituyen el fundamento de la violencia sexual y que  determinan su recurrencia en la sociedad en que vivimos. No podemos pensar que un país alcance la paz sin modificar las estructuras de pensamiento basadas en la violencia que siguen arraigadas en nuestra sociedad, ello implica no sólo un trabajo en el ámbito de la educación, sino la creación de instituciones que protejan a las víctimas de violencia sexual, especialmente a las mujeres.


Bibliografía

Azuero, Alejandra (2009) coordinadora y relatora de la investigación: Las Sobrevivientes Cuentan: La experiencia de las mujeres en las masacres de Chengue y El Tigre, Bogotá: CODHES.
Boesten, Jelke. (2010). “Analyzing Rape Regimes at the Interface of War and Peace in Perú”.
The International Journal of Transitional Justice, Vol 4. p. 110 -129

Centro Internacional para la Conversión de Bonn. (2010). Towards a Tipology of Wartime Rape. Brief 43. Bonn:BICC

Céspedes-Báez, Lina M. (2010). “Las limitaciones de las palabras de los jueces. El intento fallido del Auto 092/808 de caracterizar la violencia sexual en contra de las mujeres como crimen de lesa humanidad en el conflicto armado colombiano”. Revista de Derecho Público. 24. Bogotá: Universidad de los Andes. p. 3-14.

Corporación Humanas (2009). Guía para llevar casos de violencia sexual. Propuestas de argumentación para enjuiciar crímenes de violencia sexual cometidos en el marco del conflicto armado. Bogotá: Ediciones Ántropos.

Corporación Sisma Mujer (2009). Mujeres en conflicto: violencia sexual y paramilitarismo. La violencia sexual contra las mujeres ejercida por grupos paramilitares: estrategias, variantes e identificación de situaciones tipo. Bogotá:Litoxpress.

Corte Constitucional de Colombia. (2008) Auto 092 del 14 de Abril de 2008.
Sánchez G, Olga Amparo, Nicolás López V, Diana Rubriche C, María del Pilar Rengifo C (2010): Resumen Ejecutivo de Encuesta de prevalencia sobre violencia sexual en contra de las mujeres en el contexto del conflicto armado colombiano
Envise Colombia 2001-2009 en:



Otero Bahamón, Silvia, Viviana Quintero Márquez e Ingrid J. Bolívar (2009) “Las barreras invisibles del registro de la Violencia Sexual en el conflicto armado colombiano”. Forensis: Datos para la vida. Bogotá: Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Theidon, K. (2007, mayo/agosto). “Género en transición: sentido común, mujeres y guerra”. Análisis Político, (60). p. 3-30
Wood, Elisabeth Jean (2008). Armed Groups and Sexual Violence: when is wartime rape rare?
Conneticut: Yale University.

Wood, Elisabeth Jean (2009). “Violencia sexual durante la guerra: hacia un entendimiento de la variación”. Análisis Político (66), mayo-agosto 2009. p. 3-27.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

De profesores, cantantes y maniobras. Italia y la Unión Europea

Hace mucho tiempo, no me sentaba a escribir, y digamos que la inspiración llegó gracias a un profesor de Comunicación Social que decidió renunciar a su trabajo por la ineptitud de sus estudiantes o, según otros, la de él. Dado que el tema ya ha sido largamente debatido por todas las redes sociales, no pienso sentarme a escribir sobre el asunto, de hecho sólo lo mencioné porque en algo el profesor sí tiene razón y es que la soledad le despierta a uno la creatividad, o al menos le hace dar ganas de sentarse a escribir en el blog, y es por eso que aquí estoy, en mi soledad, sentada escribiendo. Se supone que toca hablar de política, y en mi nuevo hogar aunque he tenido la oportunidad de ver las noticias de Colombia, he estado bastante alejada de lo que sucede por esos lados y me he visto inmersa en la política italiana, la cual está totalmente imbuida en la crisis económica del país y de la Unión Europea.
En los primeros días de mi llegada, me encuentro con la imagen de la Ministra del Wellfare llorando por la famosa "manovra", y específicamente por el duro golpe a los que esperaban pensionarse pronto y ahora van a tener que esperar entre 1 y 7 años más para pensionarse. Para muchos las lágrimas de Fornero son solo lágrimas de cocodrilo, mientras para otros como yo, una razón para tener un poco de fe en la política.

Mientras tanto los italianos deciden reducir los gastos en las compras navideñas y se lamentan porque ahora tendrán que pagar más impuestos y también pagar más por la gasolina que consumen, pero también se divierten riéndose de la situación viendo programas de humor, en los cuales personajes como Roberto Benigni los hacen reír de su triste historia, y de la difícil situación económica. Todo esto un día antes de que el Premier Monti apareciera en el programa de opinión más importante del país para darle la cara a los italianos (nada de alocuciones presidenciales). Mientras tanto, otras personas como yo vemos la situación desde lejos y nos damos cuenta que esto de la Unión Europea, es un invento incompleto en el que falta ajustar varios tornillos para que no haya un colapso total como le sucedió a la tarima del concierto de Jovanotti en Trieste que ocasionó la muerte de un joven y la cancelación del tour del más importante artista italiano del momento. El punto es que la Unión Europea pensó que bastaba con tener una moneda en común para asegurar su solidez y Grecia, y ahora Italia, son el vivo ejemplo de que así no eran las cosas.

Ahora Francia y Alemania se unen para liderar el plan de una nueva Unión Europea que claramente necesita ajustes, pero los demás países ven claramente que son unos jugadores secundarios en la toma de decisiones, y aunque a nosotros los politólogos nos enseñan que el sistema internacional es un sistema anárquico dónde no hay un estado o un nivel jerárquico superior a todos los estados, es claro que en la realidad este no es el caso, y un ejemplo de ello no sólo lo es la superpotencia de Estados Unidos, sino lo que estamos viendo actualmente en la Unión Europea, donde Francia, pero principalmente la Alemania de Merkel son los que deciden sobre el resto de países, por lo que Italia se apresuró a seguir los "consejos" de la Merkel y aprobar la maniobra financiera lo más pronto posible para no ser la culpable del desplome de toda la Euro-Zona y para poder ser escuchada por la Unión Europea.

Entonces, digamos que ahora se supone que Italia ya no es un problema para la economía de Europa, o al menos está haciendo las cosas para no serlo, pero se convirtió en un problema para los ciudadanos italianos más vulnerables, que ven disminuir su calidad de vida y que además de todo se quejan de la corrupción y del gran problema de la evasión de impuestos. Los sindicatos hicieron una huelga de 3 horas el pasado lunes, los transportadores al parecer van a hacer otra en los próximos días al igual que los farmaceutas. Mientras tanto capturas de mafiosos, y operativos contra la mafia, pero los italianos parecen ver venir unos días bastante duros en su vida cotidiana, todo para que las nuevas generaciones no terminen literalmente en la calle.
Lo único que se puede hacer entonces es amarrarse los pantalones, comprar menos regalos de navidad y pensar en dejar el carro o la moto en la casa.

viernes, 22 de julio de 2011

Los Verdes y la Unidad Nacional


Un día después del aniversario de nuestra Independencia, hay algo que nos hace pensar en que ese 20 de Julio de 1810 se dio el primer paso hacia la democracia en Colombia. Sin embargo, 201 años después, un evento nos hace cuestionar si realmente estamos en un país democrático o si estamos dando un paso hacia atrás cuando uno de los partidos que le dieron esperanza a miles de personas en las pasadas elecciones presidenciales decidió unirse a la coalición de la Unidad Nacional.
Qué tiene de preocupante esto? No es mejor que todos los partidos rodeen al gobierno nacional?


Es preocupante, en el sentido de que de esta manera, la oposición llega practicamente a su fin. Después de los escándalos en los que se han visto involucrados miembros del Polo Democrático como el del llamado Carrusel de la Contratación en Bogotá, este partido, ha perdido su fuerza y sus seguidores en el país, y podríamos decir que sobrevive únicamente gracias a personajes como Clara López y Jorge Robledo que han cumplido a cabalidad con lo que se esperaba de ellos.

Pero más allá de lo que pueda estar pasando con la crisis del Polo democrático, ahondada además por el retiro de Gustavo Petro de la Colectividad, lo que hoy nos preocupa más que antes es el giro en U que ha dado el Partido Verde, el que representaba la esperanza y parecía ser una alternativa diferente a la política tradicional. Todo empezó cuando el Partido y en particular Enrique Peñalosa, aceptó el apoyo del expresidente Álvaro Uribe a su candidatura a la alcaldía de Bogotá, esto hizo que Antanas Mockus cofundador y miembro esencial del Partido Verde se retirara de la colectividad, lo que llevó al retiro y al malestar entre varios miembros del Partido como Juan Carlos Florez. Después de este duro golpe para los que vieron en el Partido Verde la posibilidad de un cambio real en la política colombiana, y cuando los politólogos nos sentíamos regocijados porque había un partido más en la oposición y en la esfera política del país, ayer, el Presidente Santos anunció la adhesión del Partido Verde a la mesa de Unidad Nacional, que no es más que una forma más diplomática de acabar con la oposición en el país.


Esto nos hace pensar en que la realidad es que como país hemos sido incapaces de salirnos de la política tradicional, lo que ha hecho que fracasen los intentos de terceras fuerzas de ganarse un lugar en el panorama político del país, y nos pone a reflexionar adicionalmente en la capacidad, o más bien incapacidad, que tuvo el Partido Verde para consolidarse como un verdadero Partido Político, pues nunca fue muy claro su programa y su ideología política, y como lo ha dicho el mismo Sergio Fajardo, miembro activo del partido, nunca fue capaz de elaborar un plan nacional, lo cual hizo que los verdes no pudieran expandir su influencia al resto del país. Adicionalmente, está claro, que el Partido Verde no entró a la coalición imponiendo condiciones, tal vez porque más allá del proyecto de Gilma Jimenez de la cadena perpetua para los violadores de niños y una que otra propuesta de Peñalosa para Bogotá, no es mucho lo que el Partido Verde tiene para ofrecer a los electores.

Qué le espera entonces a nuestro país después de esto? Lo que sabemos, es que queda un enorme vacío que espera ser llenado, y que es importante llenar, para proteger nuestra democracia y los intereses de aquellos que no piensan igual al gobierno de turno. Tal vez aún no estamos preparados para cambiar nuestra cultura política, esperemos que cuando eso suceda, no sea demasiado tarde.

jueves, 13 de enero de 2011

A Margarita y Mateo:

Sé que este blog habla de política, sé que para muchos tal vez sean dos muertes más. Pero hoy decidí que no había mejor forma para retomar mi blog que hacerlo en esta ocasión, pocos días después del brutal asesinato a dos estudiantes de biología de la Universidad de los Andes, a manos de un grupo armado al margen de la ley. Hoy la comunidad Uniandina se va a reunir en la Iglesia de las Aguas y va a sembrar dos árboles en la facultad de ciencias uno a nombre de Margarita y otro a nombre de Mateo. Desafortunadamente yo no podré estar ahí,hay ciertos compromisos que no puedo aplazar, así que esta es mi manera de decirle a Mateo y Margarita, a sus familias, que no los olvidamos.

Como estudiante de los Andes, como antropóloga, como politóloga de la misma universidad, como joven, como colombiana, creo que es imposible no sentir el vacío y la impotencia al ver que dos personas con toda la vida por delante dejaron este mundo por culpa de unos inconscientes que no entendieron su curiosidad científica y su amor por la naturaleza.

No nos conocimos, pero estoy segura que hemos de habernos cruzado varias veces por los pasillos de la U, tal vez en el Bobo, tal vez en el Z o en el ML, pero quiero decirles que su muerte me ha causado un gran dolor, y me ha recordado que esta violencia no nos deja ser libres y no deja que este hermoso país salga adelante, una vez más la realidad me pegó de frente para decirme que ser joven no significa que uno tiene la vida comprada por más invencibles que nos sintamos.

Su muerte me recordó aquella salida de campo en el Atlántico en la que tuvimos que hablar con la policía del pueblo para que supiera que estábamos ahí, tratando de hacer una investigación arqueológica; recuerdo también que ese mismo día nos dejaron muy claro que no podíamos pasar mas allá de ciertos lugares porque nuestra vida podía correr peligro, recuerdo que mis papás no querían que fuera, ahora entiendo el por qué, lo que sigo sin entender es el por qué unos pocos seres deplorables se sienten con el derecho de decidir sobre la vida de muchos, en particular sobre la vida de jóvenes inocentes que no tienen nada que ver con esta guerra. Ustedes sólo querían pasar unas vacaciones, haciendo lo que más les gustaba, tomando lindas fotos, poner en práctica sus conocimientos científicos y nunca imaginaron que eso les podía causar la muerte, pero quién puede imaginarse que esos son motivos suficientes para que acaben con la vida de uno? Ninguno de nosotros lo hubiera pensado, y aún así ocurrió.

No existen palabras suficientes para manifestar mi indignación, lo único que me queda por decir es: Mateo y Margarita los vamos a extrañar.